¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando piensas en los años ochentas? Probablemente pienses en autos coloridos, peinados voluminosos, brazaletes de goma, hombreras y leotardos. Sin embargo, esta época es mucho más que eso. Los ochentas fueron años llenos de transformaciones sociales, culturales y económicas que alteraron, para siempre, la forma en la que nos relacionamos. 

La última década ha visto un renacer de íconos de la cultura pop provenientes de los años ochentas. Hemos visto lanzamientos de series de televisión ambientadas en estos años —como Stranger Things—, remakes de películas populares de aquellos años —como los Ghostbusters— y lanzamientos de mercancías inspiradas en los ochentas —como los tenis de Back to the future—. Esto sin mencionar el revival de las música, no solo inspirada en el sonido ochentero, también de éxitos de esta década como Kate Bush o Metallica.

La nostalgia juega un papel muy importante en el retorno de los ochentas. Aunque puede ser difícil llegar a definir nostalgia, más porque a veces parece que se habla de una cosa y no de un sentimiento, nosotros la entendemos como ese «sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento pasado. Una emoción atravesada por la tristeza, el placer, la ausencia, el afecto y la lejanía que produce una etapa en particular del pasado inmediato». 

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Los años ochentas simbolizaron un parteaguas en los medios de comunicación masivos, especialmente los audiovisuales. El boom de la televisión, el cine, y los videos musicales ultra producidos como referentes para la cultura tiene su origen en la primera mitad de esta década. Es por eso que aún mantenemos como referentes a muchas de las tribus urbanas más características de los ochentas y varios icónos musicales, como Madonna. 

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Pero los ochentas no solo nos influenciaron en el ámbito cultural. Estos años también fueron testigos de un fenómeno en particular que cambiaría la vida de más de la mitad de la población para siempre: la incorporación en masa de las mujeres a la fuerza de trabajo. Si bien durante la Segunda Guerra Mundial, ya se había visto a las mujeres ocupar lugares masculinos en el trabajo, esto se acabó con el fin de la guerra.

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Los ochentas fueron diferentes. Las mujeres se incorporaron a la fuerza de trabajo no solo para sustituir la labor de los hombres ni para asistirlos como secretarías o enfermeras. Estos años vieron el nombramiento de las primeras mujeres en puestos de alto rango, como CEO’s, CFO’s e, incluso, primer ministro. Personalidades como Margaret Tatcher,  Indira Gandhi, Svetlana Savitskaja, Benazir Bhutto se convirtieron en motivo de inspiración para una generación entera. Este logro no fue fácil, vino acompañado de miles de retos pues aún se estigmatizaba y estereotipaba el tipo de trabajo que «debían de realizar las mujeres».

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La moda se vió fuertemente influenciada por estos acontecimientos, dando como resultado la creación del power suit y los bostonianos de mujer.  México nunca se quedó atrás, en el campo de la moda, esta década también vio el nacimiento de la primera casa de moda mexicana: Regina Romero. Nuestra empresa no solo se enfrentó a la renuencia internacional de ser una marca de moda mexicana, también tuvo que luchar en el campo de género.

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Fue gracias al apoyo de su esposo, hijos y familia en general que hoy por hoy Regina Calzada de Romero se mantiene como un referente cultural en la moda mexicana. Al día de hoy, Regina Romero continúa siendo una empresa familiar que se sustenta en estos valores. Si te interesa saber más acerca de los orígenes de Regina Romero te recomendamos leer: “Los Orígenes de Regina Romero” y “¿Quién es Regina Romero?”