Una de las muchas definiciones de arte que conocemos se basa en el concepto griego de techne. Según los clásicos la técnica empleada en la creación de una obra de arte es esencial para que sea considerada “arte”. Años después, en el Renacimiento, se consideraba arte sólo a aquellas piezas que llevaban un oficio a la excelencia. 

En Regina Romero llevamos 37 años perfeccionando nuestra técnica para hacer zapatos. Es por eso que cada par es una pequeña obra de arte.

Pero ¿cómo nace una obra de arte? Esto varía dependiendo del artista pero en general se siguen los mismos pasos. En su libro La insoportable levedad del ser, Milan Kundera escribe que los personajes, al igual que una pintura, una escultura o una pieza musical, no nace del cuerpo de una madre, sino de una situación, una metáfora, una frase o de la simple observación de nuestro alrededor.

Sabemos que la inspiración puede llegar de cualquier forma, es un estímulo o lucidez repentina que siente una persona y que favorece la creatividad. Nuestra diseñadora Montserrat Vega toma la inspiración en los artículos más cotidianos para crear magníficos diseños de zapatos que se vuelven un tema de conversación en donde sea que vayas.

Y es que el arte siempre ha sido controversial. Al ser una necesidad exclusivamente humana, el producto que después se considera arte, es una traducción a algo material del mundo contemporáneo y como lo interpreta el artista. Para lograr esta traducción primero hay que imaginarlo, soñarlo y luego bocetarlo para que se convierta en ese exquisito par de zapatos 

Una vez con la inspiración en mente y el boceto en mano, hay que elegir los materiales. Hay una anécdota que cuentan los historiadores del arte en la que dicen que para crear la famosa escultura de La Piedad, Miguel Ángel escogió de entre un montón de bloques de mármol el que contenía la esencia necesaria para darle vida a su obra. De igual forma, nosotros seleccionamos de forma personal cada una de las pieles, herrajes y demás materiales que formarán parte de tu par Regina Romero.

Los zapatos, o por los menos los buenos zapatos son en sí, una obra de arte. Estos comparten elementos y características con las que regularmente juzgamos las obras: los juegos de colores y figuras; las  sombras y luces; la interacción que la pieza crea con el espacio y sobre todo, el efecto que tendrá en el espectador o, en el caso de los zapatos, la mujer que los lleva puestos que, con cada paso, le dará vida a la obra de arte que una vez solo existió en nuestra imaginación.