Todas las grandes creaciones comienzan por un descubrimiento que proviene de un sueño; una epifanía. Existen historias, dentro de la multiplicidad de nuestro mundo, cuyos hilos se han entretejido con pasión, determinación y un inquebrantable compromiso con la excelencia. La historia de Regina Romero pertenece a ellas.
En la década de los 50, el mundo crecía a pasos agigantados al tiempo que una joven de 16 años llamada Regina Calzada Casanova dejó su natal Teapa, Tabasco, en la búsqueda de sus sueños, para finalmente viajar a la vibrante Ciudad de México. La ciudad se abría como un mundo de posibilidades, lejanas del lugar de donde provenía.
Su primer empleo fue como demostradora de la marca de cosméticos Mizuki en El Palacio de Hierro, uno de los almacenes más prestigiosos del país. Fue en esos pasillos, rodeada de perfumes exquisitos, telas lujosas y calzado elegante, donde Regina descubrió su fascinación por la moda, la belleza y el refinamiento. Cada interacción con las clientas y cada producto que presentaba alimentaban su aprecio por los detalles y la calidad, sentando las bases de lo que sería su futuro en la industria.
Años más tarde, Regina conoció a Carlos Romero Huxley, un ingeniero civil mexicano que, en 1964, asumió la administración de la reconocida Tenería Cuauhtémoc en Monterrey. Esta tenería se especializaba en la producción de piel de cabrito, un subproducto del consumo local que, aunque abundante, no era plenamente aprovechado en México debido a su delicadeza. Juntos, Regina y Carlos formaron una alianza tanto personal como profesional, compartiendo una visión de transformar la industria del calzado en el país. A partir de ese momento, su camino cambiaría para siempre.
Inspiración europea
Los negocios de la tenería llevaron a la pareja a realizar frecuentes viajes a Europa, especialmente a Italia, donde vendían la preciada piel de cabrito. Durante estas travesías, Regina quedó cautivada por la artesanía y el diseño de los zapatos italianos. Observaba con admiración cómo los artesanos transformaban la suave y delicada piel en calzado de una calidad y estética inigualables.
modelo Judy
Esta experiencia sembró en ella una inquietud: ¿por qué México, con su riqueza en materiales y talento, no producía calzado de semejante calibre, que fusionara delicadamente la calidad y diseño? Este cuestionamiento se convirtió en la semilla de una ambición que, años más tarde, cambiaría el panorama del calzado femenino en México.
D'Angelo: el nacimiento de una visión
Impulsados por esta inspiración, en 1973, Regina y Carlos fundaron su primera fábrica de calzado, D'Angelo. Inicialmente, se dedicaron a producir zapatos para marcas reconocidas, incluyendo El Palacio de Hierro. Sin embargo, Regina, con su aguda percepción y exigencia por la calidad, pronto identificó una brecha significativa: la falta de conocimiento y técnica en la manufactura de calzado fino en México. Aunque el país contaba con una rica tradición zapatera, especialmente en regiones como León, Guanajuato; la sofisticación y precisión del calzado europeo parecían sumamente lejanas para la producción mexicana.
Conscientes de esta necesidad, la familia Romero tomó una decisión trascendental. Su hijo, Jorge Alberto Romero Calzada, recién graduado como Ingeniero Industrial, y su hermano, Juan Carlos Romero Calzada, formado en diseño de calzado en la prestigiosa escuela Arsutoria de Milán, se unieron al proyecto familiar.
Juntos, trajeron a México a maestros artesanos italianos para capacitar a los zapateros locales en las técnicas tradicionales europeas. Esta fusión de conocimientos permitió combinar la riqueza de las pieles mexicanas con la precisión y elegancia del diseño italiano, elevando la calidad del calzado nacional a estándares internacionales.
El nacimiento de Regina Romero
En 1984, con una base sólida de experiencia, técnica y pasión, Regina decidió dar un paso audaz: lanzar su propia marca bajo su nombre, Regina Romero. Abrió su primera boutique en la emblemática Avenida Presidente Masaryk en la Ciudad de México, convirtiéndose en la primera marca mexicana de calzado femenino que llevaba el nombre de una mujer mexicana.
Esta decisión no solo reflejaba su compromiso personal con la calidad y el diseño, sino que también marcaba un hito en la industria de la moda mexicana. Las calles estaban llenas de nombres extranjeros, cuyo renombre generaba confianza. El nombre de una mujer resultaba novedoso, fresco y único, más allá del riesgo.
Una marca emblemática
Durante la década de los 80, Regina Romero se consolidó rápidamente como un referente de elegancia y calidad en el calzado femenino. Su colaboración con El Palacio de Hierro y la preferencia de figuras destacadas de la época, como Paloma Cordero, esposa del entonces presidente Miguel de la Madrid, evidenciaron el prestigio y la aceptación de la marca en los círculos más exclusivos de la sociedad mexicana.
Los desafíos del mercado
A medida que la industria de la moda evolucionaba y enfrentaba desafíos como la irrupción del fast fashion, Regina Romero demostró una notable capacidad de adaptación. Aunque la marca enfrentó periodos difíciles, incluyendo el cierre de su tienda en Avenida Presidente Masaryk en 2015, supo reinventarse.
Bajo la dirección de Jorge Romero, se incursionó en el comercio electrónico en 2016, ampliando su alcance y adaptándose a las nuevas tendencias de consumo. Este enfoque innovador culminó en la apertura de una nueva boutique en Lomas de Chapultepec en 2019, reafirmando su presencia en el mercado nacional.
Expandiendo horizontes
La visión de Regina Romero trascendió fronteras. Participando en exposiciones internacionales en ciudades como Nueva York, Las Vegas y Atlanta, la marca logró posicionarse en boutiques de Estados Unidos, tales como Harris en Nueva York y Angelique Boutique en Nueva Orleans. Al día de hoy, la presencia de la marca es tal que ha llegado a Guadalajara y ha tenido una notable expansión en comercio electrónico.
La historia de Regina Romero es una muestra del poder femenino y de cómo los sueños de una mujer pueden trascender la vida de muchas otras que comparten sus ideales, su amor por la belleza y un compromiso por siempre hacer lo mejor. A través de la creación de calzado de piel de alta calidad, Regina Romero ha dejado un legado único para el universo femenino; una herencia cuya huella en la moda mexicana ha sabido permanecer y será relevante para futuras generaciones.