De acuerdo con la RAE (Real Academia de la Lengua Española) la palabra perfecta hace referencia a “aquellas cosas que posee el grado máximo de una determinada cualidad; que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea.” Sin embargo, aunque el lenguaje especifica el uso de esta palabra sólo para los objetos inanimados, en la vida cotidiana es común que utilicemos este adjetivo para describir a las personas.
A las mujeres se nos exigen muchas cosas. Tenemos que ser madres, amigas, esposas, amas de casa, cocineras, trabajadoras, deportistas, amantes y confidentes. Todo mientras nos vemos impecables y lucimos el último grito de la moda. Debemos ser la mujer perfecta. No obstante, este mito es una construcción artificial.
Por otro lado, y nuevamente citamos a la RAE, auténtica se define como “aquella persona que es consciente de sí misma, se muestra tal y como es. Es algo o alguien que es original, o sea, no es una imitación de otra cosa que ya existe.”
Vivimos en una sociedad muy competitiva que nos exige estar siempre a la última y nos motiva a ser las mejores en todo lo que hacemos. Normalmente pensamos que con sacrificio y disciplina todo es posible, pero, si somos realistas, la perfección casi mecánica que se nos impone, es inalcanzable.
Si transportamos estos calificativos al mundo del calzado, del calzado hecho 100% de piel y a mano, como solemos hacer en Regina Romero, lo podemos asociar a los materiales que se utilizan para hacer los zapatos: la piel genuina y la piel sintética.
La piel genuina, como bien sabes es un material orgánico. Como todo lo proveniente de la naturaleza, es imperfecta. Es normal que un buen par de zapatos, hechos de piel, existan arrugas o patrones distintos, si lo reflexionamos un poco, esto no le quita valor, al contrario. Nos brinda un producto exclusivo, que es hecho con materiales únicos, naturales y auténticos.
Por el contrario, la piel sintética es perfecta y reluciente. Su apariencia es impecable, sin lugar a dudas, pero carece de personalidad. Es solo plástico, frío y duro. Además, como todo lo sintético, su prevalencia en este mundo es pasajera. En cuanto los cánones cambian esta también, sin dejar una huella digna de ser recordada.
A esta construcción podemos darle otro giro: intentar dejar de ser perfectas, pero ser perfeccionables. Es mejor vivir con autenticidad, ir tras nuestros sueños, plantear nuevos objetivos, construir un camino y nunca dejar de aprender. Pero, sobre todo, disfrutar lo mejor de este mundo.
Pensar que somos perfectas puede llevarnos al error de creer que no hay nada que mejorar, nada que aprender y nada que cambiar, pues delante de la perfección ya no hay nada más.
En Regina Romero, creemos que la alternativa a ser perfectos es ser auténticos. Nuestra visión implica crecer, mejorar y aprender continuamente, Sabemos que nunca se conoce todo, ni se es perfecto. Nos esforzamos por brindar la mejor calidad, pero aspiramos a ser auténticos y elegantes. Todo ello cobijado bajo el nombre y la esencia de una auténtica y gran mujer mexicana: Regina Romero.
Referencias:
https://www.cuerpomente.com/psicologia/desarrollo-personal/mito-mujer-perfecta-no-gracias_1088
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