Cada inicio de año es una oportunidad para mejorar y crecer como personas. Es un buen momento para plantearnos objetivos, metas y dejar malos hábitos atrás. Cuando comenzó este año, 2020, estábamos llenos de ilusiones. Nadie se imaginaba lo que el destino nos tenía preparado. No esperábamos pasar la mayor parte del tiempo en casa, ni que tendríamos que decirle adiós a tantas actividades y seres queridos. Pareciera que este año ha tenido más bajos que altos.

Sin embargo, en Regina Romero creemos firmemente que todas las situaciones a las que nos enfrentamos en la vida, por más adversas que parezcan, tiene algo que enseñarnos. Este año, tan atípico como fue, nos dejó muchos aprendizajes. Logramos mejorar en  nuestra vida diaria, laboral y, también, en la forma de relacionarnos, con los demás y con nosotros mismos. Nos gustaría compartirles algunos.

Aprendimos a apreciar las cosas pequeñas. Siempre hemos escuchado que hay que disfrutar los pequeños placeres de la vida. Pero nunca han sido más importantes que durante los últimos meses. Gozar de una vida tranquila y más simple fue fácil al principio y difícil después de algunos meses en confinamiento. Pero finalmente logramos encontrar el balance perfecto. También aprendimos a apreciar nuestros espacios como nuestra casa o nuestro cuarto y comprendimos la importancia de tener un lugar agradable para nosotros.

Al no poder salir nos vimos obligados a lidiar con cosas, tanto físicas como mentales, que siempre posponíamos por miedo desidia o simple flojera. Esto llevó a un autoconocimiento tanto fisiológico como mental. En nuestro caso aprendimos a detectar señales de estrés, de cansancio o de frustración y atacarlas al momento para estar mejor con nosotros mismos. Nos volvímos conscientes de nuestra respiración y de la energía que irradiamos, tanto positiva como negativa. Así podemos decidir cual es la queremos transmitir. Por nuestra parte siempre optamos por aportar cosas buenas a quienes nos rodean. 

También, descubrimos que un descanso bien merecido es tan importante como trabajar. Está bien querer estar tranquilos y darnos tiempo para nosotros. Consentirnos y apapacharnos es parte de nuestro bienestar. Actos cotidianos como cocinar, se volvieron un ritual para demostrar amor. Este año fue complicado para todos y, por eso mismo, hemos logrado dejar de minimizar los esfuerzos que hacemos. Hubo días en los que nuestra mente y cuerpo solo podía concentrarse en sobrevivir; aprendimos a lidiar con ello.

Siempre es buen momento para el amor. Con tanto tiempo para reflexionar, descubrimos las ventajas de escuchar a nuestro corazón. La expresión “all in” usada en el poker, ejemplifica muchos de los sentires de este 2020. Así como varias personas decidieron dar el siguiente paso en sus relaciones, otras cuantas decidieron dejar de pretender que algo funcionaba cuando no era así. La asertividad se volvió indispensable para conciliar nuestras emociones. Ser claro es una habilidad difícil de dominar, pero creemos que vamos por buen camino.

Este año nos reinventamos. Descubrimos versiones de nosotros que no conocíamos. Facetas que en otro momento hubieran parecido totalmente contrarias a nosotros pero que hoy por hoy logramos armonizar dentro de cada quien. Es bueno conocer las dimensiones de nuestra personalidad. Esto nos brinda flexibilidad para el día a día. Ahora más que nunca es importante poder adaptarse a las circunstancias. El mundo cambia más rápido que nunca y no se detendrá a esperarnos.

Y así, con tantas nuevas habilidades y conocimiento, nos despedimos de un año más. No sin antes agradecer a aquellos que nos acompañaron en este viaje. Los que nos ayudaron a crecer cuando más lo necesitábamos. Nos brindaron consuelo y soporte en los días difíciles y quienes nos escoltaron en el día a día. Gracias a nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo y de vida por un año más que pudimos compartir nuestras vivencias con ustedes.