Hace muchos años, en un tiempo que no conocimos, y que por alguna razón, sin haberlo vivido, extrañamos y dibujamos con cierta nostalgia, todas las cosas se elaboraban a mano. Los procesos para hacer libros, vestidos, zapatos y otros objetos, no habían sido automatizados y cada pieza construida por las personas tenía cualidades que la volvían única desde su creación.
Muchos vestidos de alta costura, por ejemplo, aún continúan teniendo procesos a mano que llevan semanas o meses para su confección
El valor de lo hecho a mano, en aquel entonces, tenía una apreciación muy distinta a la de hoy. Era un proceso ordinario, que sólo la liquidez de nuestro mundo actual y la mirada al pasado nos han hecho ver de otra manera. Hoy en día, una carta escrita a mano o un par de zapatos, hecho pieza por pieza, se convierte en un tesoro difícil de hallar. Todo lo generado con este procedimiento trae en sí una esencia única, impregnada en cada parte de aquello que se hace.
Ahora es difícil que alguien se tome el tiempo para dar un gesto, y aún más un objeto, hecho a mano. Pensemos, nuevamente, en una carta. Si se hace, es un gesto sumamente delicado y entrañable: no se le da a cualquiera, ni en cualquier momento. Incluso es difícil que se conciba el deseo de hacerlo. Entregar un objeto de esa naturaleza, lleva y dice mucho de quien lo hace. Nuestra propia era ni siquiera permite tantos espacios para volver extraordinarios todos aquellos detalles que antes no cargaban con ese significado.
Quizá esa sea, irónicamente, una de las bellezas de nuestro tiempo. El entorno digital, muchas veces, bloquea los espacios y objetos físicos, a la par que los enaltece. Son pequeños oasis táctiles. Afortunadamente, desde hace cuatro décadas, rescatamos y conservamos mucho de aquel tiempo que no habitamos.
En un mundo que a veces parece ahogarse en las industrias y los procesos automatizados, Regina Romero es un ejemplo de cómo una marca puede evolucionar sin perder su esencia y conservar lo más puro de su tradición. Hemos crecido con la misma dedicación con la que creamos cada par de zapatos: a mano, con amor y pasión, y con materiales de alta calidad. Sabemos perfectamente que la experiencia de un magnífico par de zapatos también tiene que ver con nuestros sentidos; es maravilloso tocar la piel, sentir su aroma, su suavidad y ver materializado un trabajo excepcional más allá de su dibujo o su boceto digital.
Pero no nos confundamos. Nuestra evolución no está peleada con el entorno digital, también existe ahí, sólo no olvida su origen para así poder seguir nutriéndose de él. Hemos llegado a muchas de ustedes gracias al espacio digital. Cada que leen uno de nuestros blogs, por ejemplo, se crea un espacio único que conecta con ustedes de la manera más cálida. Y hoy, es mediante estos textos que queremos compartirles nuestra visión: buscamos abrir nuevas boutiques físicas para estar cerca de todas ustedes y que vivan la experiencia Regina Romero.
Nuestra primera tienda física, establecida en Avenida Presidente Masaryk, cerró hace varios años por factores incontrolables. Pero hoy en día, ese espacio, aunque ahora sólo existe en la memoria, es más que un simple recuerdo. Aquella boutique atendida personalmente por su fundadora, Regina Calzada de Romero, fue el punto de encuentro para muchas clientas que nos siguen desde aquel entonces, y también el punto de partida para hacer realidad muchos de nuestros sueños.
Nuestra boutique en Monte Líbano 256
Aunque perdimos una, hoy contamos con dos tiendas físicas: la ubicada en Ciudad de México, en Lomas de Chapultepec; y la recién inaugurada boutique en Guadalajara, dentro del centro comercial Midtown Jalisco. Como te hemos contado en blogs anteriores, estamos a punto de abrir nuestra tienda en línea en Estados Unidos, así que nuevamente equilibramos lo físico y lo digital.
Interior de nuestra tienda en Guadalajara
Esperamos que muy pronto podamos encontrarnos con todas ustedes en un nuevo recinto para que puedan disfrutar de lo mejor del calzado femenino y la moda mexicana en un espacio tangible, donde lo hecho a mano tenga un primer contacto físico, lleno de sensaciones y deseo, con las manos que lo atesoran. Crecemos con propósito, perseverancia y con la mirada puesta en estar cada vez más cerca de todas ustedes de una manera mucho más real, que las lleve a ver todavía más cerca el valor de todo aquello que se puede tocar.
modelo Megan