Existe un material lustroso por excelencia que destaca entre todos los demás: el charol. Y si bien ahora todos podemos tener acceso a él en diversos productos -chamarras, bolsos, zapatos-, en un principio era un material exclusivo e inaccesible para la mayoría.
Símbolo de formalidad, elegancia y, en algunos casos, hasta extravagancia, el charol comenzó a ser probado desde 1700, pero fue hasta 1819 cuando se logró su amplio uso gracias al inventor Seth Boyden, quien patentó un efectivo método para su tratamiento y fue así como se logró que esos zapatos resistentes al agua y al lodo ya no fueran sólo cuestión de los bailes aristocráticos, sino llegaran hasta las botas de los soldados y los zapatos escolares.
Esta democratización derivó en un uso más generalizado del material y, poco a poco, a la creación de sus versiones más baratas y sintéticas, en contraposición a todos los que siguieron fabricando este material como un producto de uso artesanal.
En muchos de nuestros blogs ya te hemos contado de las bastantes ventajas que presentan los materiales auténticos, como la piel, ante los sintéticos. Y el charol no podía ser la excepción. Al ser piel auténtica, conservará su ventajas: dará ventilación a tus pies, será flexible, cómoda y durable.
El charol auténtico no es otra cosa más que piel vacuna a la cual se le ha dado un tratamiento que la hace capaz de recibir un barniz brillante, cuya calidad especial evita que se agriete al depositarse sobre materiales flexibles como el cuero. Este proceso lo vuelve un material de gran valor estético desde su hechura.
Y, desde luego, existe su versión sintética. Sin duda, es mucho más barata, como todos los materiales de esta clase, pero tiene severas desventajas. Sus acabados no son tan buenos y esto se nota a no tan largo plazo.
La primera, es su hechura. Para su producción en masa, los procedimientos conllevan químicos nocivos para quien está encargado de la fabricación y para el medio ambiente. Además, su costo bajo resulta mucho más caro al final, pues el charol sintético es mucho más duro, pero no por ello duradero. Bastará menos de un año de uso para que las primeras grietas se empiecen a dibujar sobre este material y serán irreparables; sólo será posible darles algún retoque y cierto brillo.
Y esto último es fundamental: el brillo de un charol auténtico no se puede imitar del todo. Su textura líquida destaca, más no deslumbra. El acabado final de un charol original transmite suavidad y brillo, es imponente, hermoso y longevo. Un charol sintético brilla, pero irá perdiendo su fulgor y cualidades poco a poco.
En los últimos años, el charol ha tomado una fuerza impresionante en las colecciones de moda e incluso en los gustos de las generaciones más jóvenes. Su brillo y elegancia lo vuelven un material deseable para crear outfits increíbles. Úsalo y da un toque fresco y original a tus combinaciones pero siempre, siempre prefiere la calidad.
MARIA ISABEL MAYA
Gracias por poner a nuestros pies, literal, un producto mexicano 100% y de excelencia. Esta semana he disfrutado del modelo Judy en un hermoso color beige y Valentina rndorado y en color gris. Les felicito por la calidad del producto y por proporcionar elegancia ycomodidad a cada paso.
04/06/23
Oralia Hernández
Que interesante saber sobre el charol muchas gracias cada día estamos para aprender
03/24/23
Lucero Hernandez
Sr. Jorge Romero, muchísimas gracias por la información, amo mis bostonianos son lo mejor
03/24/23