Una historia de desafíos
En los días de nuestra propia vida, encontramos narrativas que pueden transformarse en poesía. Cuando pienso en la historia de Carlos Romero, su esposa Regina y su hijo Jorge, no puedo evitar compararlos con héroes que desafiaron los retos más complejos, los de la vida cotidiana. Y además, los transformaron en aprendizajes y experiencias que hoy se ven reflejados en nuestra marca. Los primeros diez años de Regina Romero fueron la piedra angular de nuestra historia, la cual narro hoy con la lírica que merece.
En un espacio que tal vez nadie conoció, pero del que todos hablamos, el titán Prometeo robó el fuego y las artes a los dioses olímpicos, Hefesto y Atenea, para hacer de los hombres criaturas mucho más independientes y poderosas, ya que habían quedado desprotegidos frente al resto de los animales: no tenían grandes garras, pieles gruesas para protegerse, etc. Estaban desnudos frente a la adversidad.
Óleo en lienzo de Heinrich Friedrich Füger: Prometeo lleva el fuego a la humanidad, 1817
Pero el tener estas herramientas era apenas el comienzo. Contar con algo no implica necesariamente que se haga un óptimo uso de ello. Este momento se repetiría, de cierta forma, muchos siglos después, al otro lado del océano.
En los años 70 y 80, la industria del calzado en México se caracterizaba por procesos de fabricación rudimentarios que carecían de la sofisticación y precisión de las escuelas europeas. Era necesario que otro titán adquiriera y puliera esos conocimientos para traer elegancia y calidad a sus tierras.
No fue uno sino dos, y más que titanes podríamos llamarlos héroes: Carlos Romero Huxley y su esposa, Regina Calzada. Decididos a hacer una profunda transformación, exploraron la escuela italiana de calzado, con todas sus técnicas y procesos de fabricación.
Para ello, su mejor aliado fue su hijo, Jorge Romero, quien sabía que tenían las herramientas y los medios, pero habría de descubrir que vendrían años de arduo entrenamiento, desarrollo de habilidades y un punto central que se convirtió en uno de los pilares de la historia de la primera casa de moda en México: el traer un cambio cultural, una nueva forma de concebir el diseño y la fabricación del calzado, lo cual era sumamente codiciado, pero no se había explorado antes. Todos desean innovar, pero son pocos los que toman ese camino. Y aquel viaje a Italia, fue apenas el asomo de el gran trayecto que Regina Romero, como marca, tendría hasta nuestros días.
La poderosa fuerza de estos héroes trajo consigo un torrente de belleza. Los desafíos pronto abrirían paso a crear calzado que, en 40 años, sería reconocido como el mejor de México. Cada detalle se fue entretejiendo para ofrecer una calidad extraordinaria y comparable a la que se ofrecía desde aquellos años en tierras muy cercanas al origen del mito del fuego. Los hombres habían tornado el fuego en el punto de partida para maquinarias sofisticadas, mientras que Jorge, unido a sus padres, convirtió la escuela italiana en una nueva escuela mexicana, viva, plena de materiales de calidad y alto diseño. Para la marca, Jorge Romero Calzada surgió como un nuevo Prometeo.
Los días pasaban, agotando sus horas, y era momento de nombrar todo aquello que se había creado. Las cosas existen porque las nombramos. Todo aquello que no tiene un nombre, sencillamente es invisible a quien mira; jamás ha escuchado de ello y, por lo tanto, lo desconoce. Curiosamente, ignora que no lo sabe.
La pregunta se hacía cada vez más presente y, la respuesta, desde luego, se hallaba en el lugar más obvio, pero era también el más insospechado. Regina Romero contempló su rostro frente al espejo.
Regina Romero, de quien también se tomaría el nombre para la Colección permanente de la marca.
Era el rostro que la acompañaba todos los días en su propia existencia, así que ese también debía ser el rostro de su marca. Aquello implicaba una transparencia similar a las aguas claras, confianza; un vínculo real, una persona tangible, que habitaba este mundo al lado de aquellos a los que quería hablarles. No era ficticia, inalcanzable o extranjera. Era la persona que literalmente abriría las puertas, cada mañana, de su propia tienda. Esta decisión tan lógica era también bastante arriesgada.
En esa época, nadie había huido del cobijo de un nombre europeo… pero sobre todo, nadie había elegido hasta ese momento un nombre femenino en un mundo regido por los hombres. Estaba claro que Regina sería la emperatriz de su propio reino; que ese nombre la coronaría ante el reino que tenía ante sus ojos y entre sus manos.
Publicidad en revista de la antigua boutique de Regina Romero en Polanco
Y así, cada par de zapatos iría sellado bajo el nombre de Regina Romero; un nombre dulce al oído que la involucraba a ella y, por supuesto, a su gran aliado, dando confianza, autenticidad y compromiso. Ella jamás imaginaría que su nombre sería reconocido y recordado por los profundos lazos que generó por su entrega total. Con su nombre, había forjado la identidad y las emociones de un imperio de gracia y estilo.
Cuando los héroes fijaron su nombre y su esencia, se enfrentaron a un nuevo desafío: la existencia en un mundo que todavía no los reconocía. Su sólida identidad se hallaba difusa ante un nuevo universo y aquel nombre eufónico no era escuchado. A pesar de que los Romero sabían producir calzado de alta calidad, el mundo del retail era un terreno completamente nuevo. Las personas aún tenían la mirada posada en el calzado europeo y no pensaban que un calzado hecho en México pudiera competir con las lujosas piezas importadas que llenaban sus armarios.
Ser un héroe implica un panorama agotador. Son pocos los que se atreven a vencer miedos y cumplir sus sueños, pero quizá la parte más dura viene después de ello. Una vez que has enfrentado, quedan las piezas sueltas para construir; las barreras se han roto y las rocas se han hecho pedazos, pero nadie sabe bien del todo qué es lo que habita detrás de esa gran muralla.
Un verdadero héroe también tendrá que enfrentarse a lo que viene después de vencer. Para Carlos y Regina, establecer las primeras tiendas propias y aprender a atender al cliente directamente representaron un desafío significativo. No se trataba de simples ventas, pues era precisamente ese modelo el que habían roto; se trataba, precisamente, de dar nuevas experiencias, de hacer que cada clienta viviera un sueño a través de su calzado, de educarlas, de hacerles ver que en sus manos tenían calidad de alto nivel, realizada por personas mucho más cercanas a ellas.
Hoy en día, Regina Romero no solo es una marca reconocida por su excelencia en la producción, sino también por su experiencia en el servicio y su presencia en el retail. Hemos logrado posicionarnos como una opción premium en el mercado mexicano, con tiendas que ofrecen una experiencia de compra única, donde se destaca la calidad, el estilo y el compromiso con la satisfacción de cada una de ustedes.
Finalmente, los primeros diez años de Regina Romero, este camino de héroes, estuvieron llenos de desafíos que, con esfuerzo, visión y dedicación, se transformaron en éxitos envolventes. Desde la adopción de técnicas italianas hasta la decisión de poner un nombre personal en la marca, estos retos han definido lo que Regina Romero es hoy: una marca comprometida con la calidad, la moda y la experiencia sublime. Estos principios continúan guiándonos, mientras seguimos evolucionando en un mercado competitivo, en la senda que se abrió en los primeros años, creando un raudal de innovación, alegría y abundancia para nosotros; pero más que nada, por y para ustedes.
Lucy Carbajal
Mi sincera admiración, una marca maravillosa.
09/01/24
Olga L.Orrantia Gaytán
REGINA ROMERO, Es todo lo que uno quiere en un zapato, calidad, comodidad, elegancia y están en la vanguardia de la moda ,ya no necesita uno ir al extranjero a comprar gracias a los mejores zapatos de México REGINA ROMERO
09/01/24
Dolores
Verdaderamente son unos zapatos inigualables. Gracias por el esfuerzo y la constancia.
09/01/24